Industria Aeronáutica

Industria Aeronáutica o Aeroespacial

La disciplina científica y tecnológica que se ocupa del tratamiento del conjunto de problemas que plantea la navegación aérea fue en origen una actividad casi artesanal, en la que intervinieron sólo algunos arriesgados pioneros. Modernamente, sin embargo, necesita del concurso de ingenieros, físicos y matemáticos con un alto grado de especialización.

La aeronáutica es la parte de la ciencia que se interesa por los múltiples procesos implicados en la fabricación de los distintos componentes de una aeronave, y que estudia los diversos aspectos que, de un modo u otro, se relacionan con el mundo de la aviación. Entre ellos cabe mencionar, por ejemplo, los sistemas de navegación y control aéreo, los de seguridad en vuelo y las disposiciones legales referidas al transporte por aire, al tráfico de mercancías y a los pasajeros que utilizan este medio de locomoción.

Ingeniería e industria
Los orígenes de la ingeniería aeronáutica, entendida como disciplina destinada a regular la fabricación, comprobación y mantenimiento de los medios de transporte aéreo, se remontan a los globos, dirigibles e ingenios de la más diversa especie que emplearon los pioneros del desplazamiento aéreo. Sin embargo, el hecho que constituye el auténtico punto de arranque de esta rama de la ingeniería es el vuelo realizado por los hermanos Wilbur y Orville Wright el 17 de diciembre de 1903 en la localidad estadounidense de Kitty Hawk, en Carolina del Norte.

Ya desde sus primeras experiencias, los ingenieros aeronáuticos debieron plantearse una serie de problemas básicos que mantuvieron su vigencia hasta que la aviación, tras alcanzar su pleno desarrollo, se convirtió en un fenómeno de grandes dimensiones que sirvió como fundamento para la construcción de vehículos espaciales. Los objetivos esenciales que se plantearon fueron, por un lado, la determinación de los adecuados parámetros de propulsión, velocidad, radio de acción y carga de las aeronaves y, por el otro, el establecimiento de las convenientes pautas de seguridad, mantenimiento y control de los aparatos en vuelo.

El planteamiento teórico de todos estos objetivos implica la consideración de diferentes factores prácticos. En consecuencia, es necesario recurrir a los conocimientos mecánicos, termodinámicos, metalúrgicos, electrónicos, etc., para aunar las condiciones ideales que deben darse en un avión. Tales premisas han dado lugar a que el aumento de la complejidad de la estructura de una aeronave haya determinado la separación de las distintas disciplinas. En la moderna ingeniería aeronáutica intervienen, pues, expertos en áreas tan dispares como la aerodinámica, la electrónica, el diseño industrial o la metalurgia.

En definitiva, la rápida evolución del transporte aéreo ha determinado la necesidad de disponer de personal altamente especializado para obtener las suficientes garantías de efectividad y seguridad. Este razonamiento se acentúa, si cabe, al referirse al ámbito de la astronáutica, en el cual las dificultades que deben solventarse son aún mayores.

Desde el punto de vista industrial, la fabricación de medios de transporte aéreo presenta una neta diferenciación entre los campos militar y comercial. Por cuanto se refiere al primer sector, las cifras de producción no suelen resultar fiables ya que, por motivos estratégicos, la información a este respecto se mantiene en general oculta. No obstante, un elevado porcentaje del volumen de producción aeronáutica bélica, dentro del cual se incluyen los datos referidos a misiles, satélites y vehículos espaciales de carácter militar, corresponde a los ejércitos de los Estados Unidos y Rusia, y en segundo término a los de Francia, el Reino Unido y la República Popular de China.

Por su parte, la industria aeronáutica civil comprende un amplio campo de actividades, del que forman parte las instalaciones de electrónica especializada, las plantas siderometalúrgicas, las industrias productoras de energía (el volumen de combustible consumido por el total de la flota aérea comercial alcanza niveles muy elevados) y otras muchas ramas tecnológicas e industriales.

Algunos de los rasgos definitorios que caracterizan a la industria aeronáutica son el elevado costo del producto, la caducidad del mismo -ya que tanto los componentes como los propios aviones se hallan sujetos a permanentes modificaciones y sustituciones- y la limitación del mercado. En efecto, aunque algunas flotas de aeronaves comerciales alcanzan cifras considerables -caso de la de los Estados Unidos, en la que se incluye el 80% de los aviones privados del mundo-, las necesidades de una línea de transporte aéreo suelen quedar satisfechas por un determinado número de unidades que, dados los elevados costos, rara vez es superado.

Otra característica de las instalaciones de fabricación de aeronaves radica en el hecho de que su localización obedece a criterios de desarrollo económico, a facilidades en las comunicaciones e incluso a factores meteorológicos. Ello es debido a que la complejidad de los procesos y lo elevado de los costos obliga a prescindir de la proximidad a las fuentes de materias primas y a dar preferencia a la coordinación de las fases de construcción.

Por cuanto se refiere al volumen de producción en aviación comercial, la flota de los Estados Unidos cubre prácticamente las tres cuartas partes del total mundial y es seguida, ya con cifras muy inferiores, por las del Reino Unido, Rusia, Alemania, Japón y Francia. A estos países corresponden también las empresas aeronáuticas que obtienen mayores niveles de producción. Algunas de las principales, tanto por el número de aparatos construidos como por su importancia histórica, son Boeing y Mc Donnell Douglas -que se fusionaron en 1996 conformando la mayor compañía aeronáutica del mundo-, Lockheed y United Aircraft en los Estados Unidos, Hawker Siddeley y British Aircraft Corporation en el Reino Unido, Marcel Dassault-Breguet en Francia y Messerschmitt-Bölkow-Bloehm en Alemania.

Sistemas de navegación aérea
El progreso que ha experimentado la aviación ha determinado la paralela evolución de los medios de regulación del vuelo de las aeronaves. Originalmente se recurría a la navegación astronómica, característica de los desplazamientos por mar, y se empleaban por consiguiente los instrumentos propios de este tipo de sistema: sextantes, cronómetros, derivómetros (aparatos destinados a medir la intensidad y dirección del viento y a corregir la deriva provocada por la inclinación), etc.

La introducción de otros dispositivos tales como el giroscopio, que permite mantener una dirección angular fija, el horizonte artificial, empleado para establecer una referencia de la inclinación del aparato, o el girocompás, indicador del rumbo, ofreció nuevas ventajas y permitió solventar el problema de la navegación sin visibilidad. Con ello, los vuelos nocturnos o en condiciones meteorológicas adversas dejaron de plantear problemas y se convirtieron en un fenómeno habitual.

A partir de la década de 1930, la aviación comercial experimentó un gran auge que sería la causa de su generalización a la práctica totalidad del planeta. Desde entonces, los nuevos sistemas de navegación se han ido perfeccionando hasta ofrecer las máximas prestaciones y notables garantías de seguridad.

Modernamente se han desarrollado sistemas de navegación y aterrizaje omnidireccionales, que regulan el tráfico aéreo tanto en ruta como en las proximidades de los aeropuertos, donde la frecuencia y cantidad de aparatos exige una máxima precisión. Algunos de estos sistemas, que constituyen la base del control aéreo, son el VOR (visual-oral range; alcance visual oral), utilizado para situar automáticamente a una nave en el espacio, el VASI (visual-approach slope indicator; indicador de pendiente de aproximación visual) y el GCA (ground-controlled approach; aproximación dirigida desde tierra), que resultan esenciales para realizar las maniobras de aproximación a la pista y de aterrizaje.

En relación con la tecnología instrumental que rige la navegación aérea, desempeña un papel fundamental el radar, sistema que se sirve de la emisión de ondas electromagnéticas para detectar los obstáculos que se encuentran en las proximidades del avión y para establecer la posición, características y velocidad de los aparatos que se hallan fuera del alcance visual.

Seguridad en vuelo
Las condiciones meteorológicas, la densidad de tráfico en determinadas rutas comerciales y otros condicionamientos dan lugar al establecimiento de trayectorias de vuelo, en las cuales el número de aeronaves que circula alcanza en ocasiones cifras sorprendentemente elevadas. Estas rutas de máximo tráfico se denominan aerovías y en ellas, como resulta obvio, el riesgo de interferencia o de colisión entre aparatos se ve incrementado. El exacto control aéreo de estas vías es uno de los más importantes objetivos que se plantea la tecnología aeronáutica.

Claro es que los accidentes aéreos pueden sobrevenir por causas ajenas a los servicios de control. Entre los más frecuentes motivos que desencadenan este tipo de sucesos cabe mencionar las fallas humanas en la lectura del instrumental de a bordo, los fenómenos meteorológicos, contra los cuales tan solo cabe extremar la precisión de las predicciones, y las alteraciones mecánicas.

En relación con este último punto es necesario destacar la importancia de las revisiones periódicas y del mantenimiento general de los aparatos. Los aviones de líneas comerciales deben someterse con frecuencia a una detenida revisión de todos y cada uno de sus componentes. Asimismo, el factor humano se halla sometido a un control riguroso: las tripulaciones de las aeronaves no pueden exceder un determinado número de horas de vuelo al mes, con objeto de evitar que el cansancio o la tensión provocada por el trabajo disminuyan sus reflejos y su capacidad.

El grado de desarrollo tecnológico que se ha alcanzado en aeronáutica ha favorecido de modo decisivo el establecimiento de extremas condiciones de seguridad. Aunque la espectacularidad de las catástrofes aéreas, especialmente cuando afectan a grandes aeronaves, hace pensar en un elevado riesgo de la navegación aérea, los porcentajes de siniestralidad arrojan cifras favorables al tráfico aéreo en comparación, por ejemplo, con la circulación rodada.

Derecho aeronáutico
A diferencia del derecho del mar, basado en usos y costumbres que se han desarrollado durante siglos, el conjunto de normas y disposiciones que regulan la navegación aérea se encuentra recogido en códigos legislativos escritos. La moderna organización legal de la aviación se asienta en los preceptos fijados por la conferencia internacional que en 1944 creó la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI o IATA), a la que compete la misión de facilitar los adecuados medios de transporte aéreo a cada país y asegurar las posibilidades de explotación de las líneas aéreas comerciales.

Según las disposiciones de esta entidad, cada estado ejerce la soberanía en el espacio existente sobre su territorio. Por otra parte, se establecen normas que regulan la circulación de transportes aéreos, el régimen aduanero, los permisos de vuelo y todos los demás aspectos legales de la aviación.

Especial interés, desde el punto de vista del derecho internacional, presenta la asignación y control de las frecuencias que deben utilizar las aeronaves de las diferentes líneas: tales competencias son reguladas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo que rige la distribución de las diversas técnicas de transmisión, y por el Comité Internacional de Registro de Frecuencia, que controla las asignaciones de las bandas de frecuencia y de las longitudes de onda que deben emplearse.

Independientemente de la normativa internacional sobre circulación aérea, son numerosos los acuerdos entre dos o más estados para la realización de proyectos aeronáuticos de gran envergadura. Un buen ejemplo de ello fue la fabricación en la década de 1970 del avión supersónico de línea comercial Concorde, en la que intervinieron especialistas de nacionalidad francesa y británica, o la creación del consorcio europeo Airbus Industrie, participado por Aérospatiale, de Francia, Deutsche Airbus, de Alemania, British Aerospace PLC, del Reino Unido, y Construcciones Aeronáuticas S.A. (CASA), de España. Este consorcio europeo presentó a lo largo de las décadas de 1980 y 1990 sucesivos modelos de aviones comerciales como el A-320, de 1987, o el A-3XX, aeronave de 550 pasajeros cuyo lanzamiento constituiría la base de la competencia europea frente a los grandes fabricantes estadounidenses.

Autor: Cambó

Empresas del Sector Aeroespacial


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