Sector de las Artes Gráficas

Industria Gráfica o Sector de las Artes Gráficas

Las Artes Gráficas y su Industria

Conjunto de procedimientos para producir un número arbitrario de copias, sensiblemente iguales, de un original o modelo.

A lo largo de la década de 1990 se produjo una verdadera revolución en la industria de la imprenta y las artes gráficas. Tras siglos de historia marcados por la invención de la escritura, primero, y por la difusión durante siglos de las obras impresas en sustratos físicos, sobre todo en papel, los últimos años del siglo XX fueron testigos de un fenómeno de modernización radical de las técnicas de impresión merced al empleo de la informática para la preparación e impresión de las obras escritas. Aún más, estos avances propiciaron también el nacimiento de un nuevo soporte de edición, que experimentó un crecimiento espectacular en breves años, y llamado a desplazar al papel en una parte importante de sus aplicaciones tradicionales: la publicación digital en discos ópticos compactos y a través de redes de comunicaciones con acceso en línea a grandes bases informáticas de libros y documentos.

Antecedentes
La aparición del arte de imprimir exigió, desde el punto de vista técnico, tres supuestos básicos. Para poder imprimir un texto o una imagen era necesario disponer, ante todo, de papel, un elemento que, por su bajo costo y su lisura, es el que mejor se presta a estos fines. El segundo supuesto era la existencia de tintas y colorantes apropiados, y el tercero, algún tipo de superficie que contuviera la imagen que se deseaba imprimir, tallada en piedra o madera, fundida en un metal, o realizada siguiendo otros procedimientos.

Dos mil años antes de Cristo, China estaba en posesión de todos esos elementos. En aquel tiempo se utilizaron pilares de mármol sobre los que se habían esculpido textos budistas en relieve. Después de entintados, los peregrinos aplicaban sobre ellos hojas de papel en las que se reproducían aquellos textos.

En el siglo XI de la era cristiana, el alquimista chino Bi Sheng usó por primera vez tipos móviles, cubos de madera en cuyos extremos habían sido tallados los caracteres. Bi Sheng los pegaba sobre una plancha de hierro, los entintaba y procedía a la impresión.

La invención de la imprenta
El papel llegó a Europa en el siglo XII, a través del mundo árabe y como artículo de importación. Sólo en el siglo XIII los italianos y los franceses estuvieron en condiciones de fabricarlo por sí mismos. Es probable que el acceso al papel permitiera el renacimiento occidental de la xilografía, que ya se había empleado en China, y que consiste en imprimir sobre papel los relieves de una plancha de madera.

Los primeros libros impresos por xilografía aparecieron en el siglo XV. Una versión en metal de la plancha xilográfica, que conformó la técnica llamada metalografía, se desarrolló poco después. Apenas quedaba entonces un paso para la invención -atribuida al neerlandés Laurens Coster- de los tipos móviles y reutilizables, para los que los alfabetos romano y griego -debido a su reducido número de signos- son especialmente adecuados.

Correspondió, sin embargo, al alemán Johannes Gutenberg, a mediados del siglo XV, el honor de ser el iniciador de los modernos procedimientos de las artes gráficas. La prensa de Gutenberg utilizaba tipos móviles metálicos que llevaban grabadas las letras, los signos de puntuación y los números en una de sus caras, y que, a diferencia de los tallados en madera, podían ser utilizados muchas veces. Los tipos se colocaban uno tras otro, a mano, en una vara de madera que los sujetaba. Las palabras quedaban separadas por un tipo sin relieve alguno y que no imprimía nada. Las líneas así obtenidas se ordenaban en una caja y, después de mojarlas con tinta, se aplicaba sobre ellas una hoja de papel. Una plancha, llamada platina, descendía sobre la caja, por obra de un tornillo, y los caracteres quedaban grabados por presión.

A lo largo del siglo XVI se produjeron adelantos mecánicos destinados a regular la presión de la platina y a evitar las manchas de tinta que solían aparecer en los impresos. A fines del siglo XVIII se construyó en Gran Bretaña la primera prensa de metal. En la misma época aparecieron en Francia dos nuevos métodos de impresión: la estereotipia y la estereografía, que por distintas vías permitían obtener una plancha de plomo con el texto en relieve. Estas planchas, de las que podían fabricarse numerosos ejemplares, se usaban simultáneamente en varias prensas, multiplicando de ese modo la velocidad de la impresión.

La mecanización de las artes gráficas
Todo condujo desde entonces a una mecanización creciente de la impresión, que terminó cubriendo desde la composición de los textos y la alimentación de papel en las máquinas, hasta la encuadernación de los libros. Uno de los pasos vitales en este sentido fue la sustitución de la plancha que prensa el papel por un cilindro que lo oprime en el molde entintado. La forma cilíndrica permite, mejor que la plana, regular la presión del papel sobre el molde, lo que incrementa la calidad final. En 1814, el periódico británico The Times se imprimía ya siguiendo este sistema.

La aparición de la linotipia, inventada en 1880 en los Estados Unidos por el alemán Ottmar Mergenthaler, significó un avance fundamental en la historia de las artes gráficas. La linotipia (o linotipo) era una compleja máquina que hacía innecesaria la composición a mano de las líneas. Poseía un recipiente desde el cual las matrices de los signos se deslizaban, según se presionaba un teclado, hasta componer una línea. Cuando acababa de conformarse una línea, la máquina la vaciaba en una barrita de metal fundido, que depositaba sobre una bandeja. Al tiempo, la linotipia devolvía las matrices a su contenedor, de manera que éstas podían utilizarse nuevamente tantas veces como se deseara. Así, el linotipista sólo se ocupaba de presionar el teclado, en tanto que la máquina componía las líneas, las fundía y las ordenaba. La linotipia, que constituyó el principal medio de composición tipográfica hasta mediados del siglo XX, redujo de manera espectacular el tiempo de elaboración de los textos. Otra invención de gran importancia fue la monotipia, creada por Tolbert Lanston en los Estados Unidos en 1885, en la que la fundición de los tipos se realizaba de forma individual.

Procedimientos de estampación
Los métodos para estampar con fines artísticos o industriales, excluidos los experimentales, son los siguientes:

a) En relieve. La superficie de estampación queda en relieve o saliente con relación a las partes que no deben imprimir. Comprende la tipografía y la flexografía.

b) Planográficos. La superficie de estampación es plana y la constituyen tanto las partes que estampan como las que no manchan. Comprende la litografía y sus derivaciones (metalografía, offset, etcétera) y la colotipia.

c) En hueco o talla dulce, en los que las partes que imprimen están grabadas en una plancha y, por tanto, debajo de su superficie. Comprende la calcografía y el huecograbado.

d) En la serigrafía (o tramigrafía) la tinta es forzada a pasar a través de un estarcido preparado sobre un tejido metálico o de seda.

e) En la xerografía no existe tinta, en el sentido literal de la palabra, y la imagen es formada por polvo de resina que se adhiere a ciertas partes del molde que presentan cargas eléctricas.

Sólo tienen aplicación industrial extendida, la tipografía, la planografía (en offset) y el huecograbado.

Estampación de un relieve
Tipografía
Es el procedimiento más antiguo y todavía constituye aproximadamente el 6065% de la actividad gráfica. Se utiliza para la edición de periódicos, libros, revistas, y en las impresiones comerciales, publicitarias, de formularios y generales. El molde puede contener texto e ilustraciones. El texto se compone yuxtaponiendo los caracteres a mano o con máquina de componer en caliente. Las planchas para reproducir ilustraciones, denominadas clisés, pueden ser de línea (obtenidas de dibujos a la pluma) o directos y de media tinta (obtenidos de originales de tono continuo). La composición de texto, después de corregida, junto con los clisés, se reúne en páginas y éstas se acoplan entre sí dejando los espacios necesarios y, con el orden y orientación requerida para que el texto aparezca ordenado, constituyen la forma de impresión. Cuando el tiraje es largo, o se necesita que el molde sea curvo, se sacan reproducciones de la misma por estereotipia y menos frecuentemente por galvanoplastia. A estos efectos se ha introducido recientemente el uso de los plásticos.

Las máquinas de impresión pueden ser de presión plana, planocilíndrica o rotativas. Las primeras, llamadas minervas, sirven para pequeños impresos, cartas, sobres, tarjetas, material de oficina y pequeña publicidad de tirada reducida. La prensa abre y cierra en forma de un libro. El tamaño de impresión no suele exceder de doble folio. Las prensas de presión planocilíndrica se llaman planas o cilíndricas; sirven para tirajes medianos y largos; se adaptan a toda clase de objetivos: folletos, impresos publicitarios, prospectos, libros, etcétera. La forma (o estereotipia plana de la misma) se coloca en una platina horizontal que tiene un movimiento de vaivén debajo y tangencial a un cilindro que comporta el papel, que se introduce a mano (en las máquinas antiguas, hoy prácticamente desaparecidas) o con marcadores automáticos. Su tamaño de impresión varía de 35 X 55 a 130 X 190 cm., siendo muy corrientes 60 X 90 y 70 X 100 cm., lo que permite contener 4, 8, 16, 32 o más páginas si se trata de la impresión de libros. Para grandes tiradas y para imprimir periódicos, se usan las rotativas. En ellas el molde es cilíndrico y el papel continuo. La cinta al final es cortada y doblada según convenga.

Flexografía
Los moldes son de caucho que, por ser flexibles, se adaptan a los cilindros de la rotativa. Las tintas son líquidas, secan rápidamente y son, en general, colorantes disueltos en alcoholes y sus mezclas y agua. Se llama también impresión a la anilina y se usa para estampar papeles transparentes y parafinados destinados a envolver alimentos. En este caso las tintas no deben tener olor ni ser tóxicas.

Procedimientos planográficos
Tanto las partes impresoras como las que no estampan, están en un mismo plano, que es la superficie de estampación, y la tinta sólo se deposita en las partes que deben imprimir por acción recíproca repulsiva entre el agua y las grasas.

Los procesos planográficos tienen su origen en la litografía, impresión sobre piedra, usada hoy tan sólo para reproducciones artísticas, mas cuyos principios han dado lugar a una serie de sistemas operativos que han adquirido un extraordinario desarrollo. La piedra fue sustituida por planchas metálicas (de cinc o aluminio) cuya preparación se hace por medios manuales (prácticamente desaparecidos) o fotográficos. Los textos se obtienen por transporte de texto impreso tipográficamente sobre papel transparente o por fotocomposición. Las ilustraciones, por reporte sobre la plancha de positivos o negativos, de línea o de media tinta, previo montaje adecuado.

Ha favorecido notablemente el desarrollo de los métodos planográficos el sistema offset, en el cual la plancha entintada estampa sobre un cilindro de caucho, que, a su vez, traspasa o reporta esta impresión al papel,, salvando las irregularidades de ambos y permitiendo estampar con calidad aceptable papeles rugosos o de baja calidad. Las rotativas offset utilizan papel en hoja o en bobina. Las primeras, enormemente difundidas, se construyen en tamaño de impresión hasta 100 X 140 cm., siendo los más frecuentes alrededor de 70 X 100 cm. y de uno a cuatro colores. Las máquinas offset de bobinas, con indicado empleo para periódicos diarios en negro o color, se han extendido profusamente en los últimos años.

Colotipia
El proceso fotogelatínico (Cootipia) permite tan sólo cortos tirajes y es muy apropiado para la reproducción de cuadros o mediastintas. Se basa en la propiedad de la gelatina bicromatada de absorber tanta menos agua cuanto más expuesta ha sido a la luz. La tinta es recibida en razón inversa a la cantidad de agua contenida. Las planchas son de aluminio (antes, de vidrio).

Procedimientos en hueco
Las partes que estampan están entalladas y, por tanto, debajo de la superficie de estampación. Una vez entintada la plancha se precisa limpiar su superficie para dejar la tinta sólo en los huecos. Presenta dos importantes variantes: calcografía y huecograbado.

La calcografía usa planchas de cobre para trabajos artísticos y de acero para la impresión industrial, limitada ésta en la práctica a los documentos de valor, sellos de calidad y encabezamientos o membretes. Las tintas son muy consistentes. Las planchas se obtienen por transferido mecánico o galvánico de un grabado a mano (ayudado por medios mecánicos o químicos) y la limpieza se hace con trapos movidos mecánicamente, o con rodillos de plástico que, a su vez, son limpiados en baño de tricloroetileno. Las máquinas son planas o rotativas en hoja o bobina. La gran cantidad de tinta depositada da lugar a problemas de secado. El relieve que proporciona la calcografía se imita por la termografía que es una impresión tipográfica con tinta que contiene mucho mordiente, sobre la que estando todavía fresca se espolvorea resina muy fina y se pasa por una estufa caliente. La resina funde y se combina con la tinta.

El huecograbado representa la aplicación de la fotografía a la impresión en hueco. Puede estamparse en hojas y en bobinas. A esta última forma se la denomina también rotograbado. El elemento impresor está formado por cilindros recubiertos de cobre, grabados con percloruro de hierro, una vez que se ha depositado sobre ellos una capa de gelatina que ha recibido la insolación de un positivo fotográfico y de una trama. Al objeto de que la gelatina se pueda acomodar a la superficie curva del cilindro, se utiliza como medio de transporte un papel llamado pigmento. Hoy (muy limitadamente) se graban los cilindros por medios mecánicos mandados por dispositivos electrónicos. La limpieza se hace por cuchilla o rasqueta; la tinta es fluida y el secado, por evaporación del disolvente, es muy rápido. El huecograbado rotativo se presta a la edición de revistas y periódicos, catálogos, sellos de largo tiraje y es muy apreciado por su calidad en la reproducción de las medias tintas. En cambio, no es apropiado para textos. El huecograbado en hojas, poco difundido, puede ser empleado en tiradas cortas de gran calidad. La calcografía y huecograbado artístico se estampan con prensas a mano.

Tramigrafía o serigrafía
Este procedimiento, de origen antigua, se basa en obligar a una tinta de cierto cuerpo a pasar a través de una trama o cedazo hecho de finos hilos de acero o seda. Esta tela tiene obturadas o recubiertas las partes que no deben imprimir; la tinta pasa sólo a través de las restantes.

El procedimiento (de extensión industrial todavía limitada) se usa en ediciones artísticas, carteles, anuncios y, en general, en tiradas reducidas donde se exige gran vigor y poder cubriente a las tintas. Las máquinas son manuales o mecánicas. Su velocidad es moderada. En la técnica de obligar a pasar la tinta a través de un patrón está basado el mimeógrafo o ciclostilo.

Xerografía
Procedimiento descubierto en 1938 por Carlson. Si bien sus derivados, Xerox, Verifax, etc., han tenido gran aplicación en la copia de material de oficina, no se utiliza en el terreno industrial gráfico por la baja calidad que se obtiene. Está basado en la fotoconductividad y en el efecto triboeléctrico, o sea, la atracción de dos cuerpos antagónicos eléctricamente puestos en contacto. La imagen en la plancha revestida de selenio, la forman cargas eléctricas capaces de atraer polvo de resina que pasa al papel por presión o atracción y calentamiento.

Las artes gráficas en la actualidad
Las artes gráficas comprenden en la actualidad tres grandes procesos: la composición de textos, que se realiza de modo general mediante el recurso a medios fotográficos e informáticos y se conoce con el nombre de fotocomposición; la fotomecánica, durante la cual se elaboran películas de impresión para textos e ilustraciones -en blanco y negro y en color-, y la impresión propiamente dicha. La aplicación de medios informáticos a estos procesos ha permitido abreviar los tiempos de preparación de las obras y, en algunas técnicas, obviar los procesos de impresión previa en película, a través del procedimiento denominado disk-to-plate (preparación directa de disco informático a plancha de impresión).

Fotocomposición
La aparición a finales del siglo XIX del huecograbado y del offset, técnicas de impresión para las que resultan innecesarios los caracteres metálicos, hizo posible que se utilizaran nuevos sistemas de composición en los que, mediante perfeccionadas máquinas de escribir, se preparaban sobre papel los textos que luego serían procesados fotográficamente. En la década de 1950 aparecieron ya en el mercado las primeras máquinas de composición que utilizaban medios fotográficos en lugar de los mecánicos para la elaboración de los textos, lo que amplió de manera muy significativa las posibilidades de corrección y manipulación de los mismos. En estas técnicas, se fotografían las páginas en papel y después se reproducen en positivos llamados coloquialmente fotolitos, a partir de los cuales se obtiene el original preparado para imprenta.

Fotomecánica
Al igual que la impresión de textos, la reproducción de ilustraciones por medios mecánicos atrajo desde antiguo la curiosidad y los esfuerzos de muchos. Como en el caso de los textos, la xilografía fue la primera técnica utilizada en este campo. Las planchas de madera con las ilustraciones talladas eran incluidas en las mismas superficies donde descansaban los textos, y ambos se imprimían en un solo acto. A mediados del siglo XV, las planchas de madera fueron reemplazadas por otras de metal, con las figuras talladas a buril. Estas planchas eran entintadas y después cepilladas, para que la tinta quedara sólo en las partes huecas. Las tallas -que eran de cobre, latón y, ya en el siglo XIX, de acero- no podían ser impresas simultáneamente con los textos, de modo que era necesario pasar dos veces el mismo folio por la máquina si se deseaba ilustrarlo.

En 1796, el checoslovaco Aloys Senefelder descubrió que si sobre ciertas piedras porosas se trazaba un dibujo con tintas grasas y luego se lo humedecía con agua, para volver a cubrirlo con tinta común, la tinta sólo quedaba en las partes grasas, es decir, sobre el dibujo que se quería imprimir. Esta impronta se reproducía sobre el papel al aplicarlo contra la piedra. Senefelder halló también que a partir de esa copia se podía impresionar otra piedra, y asimismo que metales como el zinc poseían propiedades idénticas. Así apareció la litografía, basada en el principio de que el agua y la grasa se repelen entre sí. La primera prensa litográfica creada según este principio data de 1850.

Treinta años antes, el francés Nicéphore Niepce había descubierto que ciertas sustancias químicas reaccionan al ser expuestas a la luz, observación que abrió el camino que condujo a la invención de la fotografía y del fotograbado. Niepce hizo pasar la luz solar a través de un aguafuerte para que impresionara una lámina de cobre cubierta de asfalto fotosensible. Obtuvo de ese modo imágenes sobre cobre que, tratadas con medios químicos, podían ser posteriormente impresas.

Entre los diferentes sistemas de fotograbado posteriormente desarrollados en artes gráficas destacan los utilizados para la impresión en huecograbado y en offset.

Los sucesivos avances técnicos en este campo alcanzaron una nueva meta con la reproducción de ilustraciones y fotografías en color. Ello fue definitivamente posible cuando la óptica demostró que sólo tres colores básicos combinados (el amarillo, el magenta o rojo oscuro y el cian o azul claro) bastan para producir todos los restantes. La combinación de estos colores básicos mediante tres pases sucesivos del papel en las impresoras permitió reproducir cualquier tono que se deseara. Cuando en las modernas artes gráficas se emplean los tres colores citados, se habla de tricromía. Si se usa además el negro como refuerzo, para acentuar los tonos oscuros, la técnica recibe el nombre de cuatricromía.

Autoedición y producción de planchas digitales

Diagramación, también llamada maquetación, es una de las tareas del diseño editorial para organizar en un espacio, contenidos escritos, visuales y en algunos casos audiovisuales ya sea en medios impresos o electrónicos tales como: libros, diarios y revistas, etc. Maquetar los contenidos es distribuir los diferentes elementos en un espacio determinado de la página. Determinar por ejemplo los Anchos de columna, titulares, número de artículos, imágenes, Más espacio en blanco, llamados «blancos» (en inglés, air). Un área con muy poco espacio en blanco es llamado tight, y con mucho blanco es llamado loose, etc.

A partir de la década de 1980 tuvo lugar un nuevo y espectacular avance en el campo de la fotocomposición y la fotomecánica como consecuencia de la incorporación a estos procesos de métodos informáticos. El uso de programas especializados en tratamiento de texto y autoedición supuso en un primer momento un medio optimizado de entrada de los textos de fotocomposición. Como ventaja principal, estos métodos permiten componer los textos desde una microcomputadora, en un proceso mucho más rápido y preciso que el tradicional que obligaba a prepararlos en la imprenta. Las aplicaciones de fotocomposición por computadora se basan en el uso de una serie de elementos combinados de hardware (equipo físico) y software (programas lógicos), que facilitan la creación de las páginas compuestas de los documentos y su edición directamente en película (filmación asistida por computadora). Los componentes físicos del sistema de autoedición son básicamente una microcomputadora con sus elementos habituales de proceso, entrada (teclado, ratón) y salida (monitor e impresora) de datos, así como equipos adicionales para la captura y digitalización de textos e imágenes, ya sean escáneres o cámaras fotográficas digitales de alta calidad. Por su parte, los programas de composición electrónica actuales cubren funciones completas de tratamiento de textos, maquetación y diagramación, y ofrecen una imagen exacta en pantalla del contenido que se obtendrá en la película como resultado final. El archivo informático producido por estos programas se puede imprimir también en papel, sobre una impresora de alta calidad (preferiblemente, de tipo láser), para la lectura y corrección de pruebas. No obstante, en su versión definitiva se imprimirá sobre película, mediante una filmadora.

Por otra parte, a mediados de la década de 1990 empezaron a proliferar programas de edición con paso directo de la computadora a las planchas de impresión, en una tecnología conocida como disk-to-plate. Estas planchas digitales, producidas por láser directamente a partir de los documentos compuestos en programas de autoedición, evitan la necesidad de filmar los archivos informáticos en película, así como los tratamientos químicos asociados.

Impresión
En la constante evolución que llevó de la primera prensa de Gutenberg a la incorporación del rodillo como elemento de prensado del papel y a la aparición de las rotativas tipográficas, dos nuevos sistemas de impresión aparecieron a finales del siglo XIX y principios del XX: el huecograbado y el offset, procesos cuyo uso se generalizó en las décadas siguientes. Además de su calidad de impresión, ambos sistemas permiten una gran flexibilidad en el montaje de los textos e imágenes que se quieran reproducir.

El huecograbado, desarrollado por el checoslovaco Karl Kietsch en la década de 1870, tiene su fundamento en la aplicación industrial de la técnica de la talla dulce. En él, la imagen a imprimir es grabada en hueco sobre un rodillo que entra en contacto directo con el papel.

El offset, cuya utilización industrial se inició en los Estados Unidos en la década de 1900, basa su funcionamiento en la transmisión indirecta de la imagen: ésta se imprime en primer lugar sobre un rodillo de caucho que la transporta después al papel. Relegado en un principio a la realización de trabajos de menor calidad, acabó convirtiéndose, en su ininterrumpido perfeccionamiento, en el más extendido de los sistemas de impresión, tanto para la realización de grandes tiradas como para la ejecución de trabajos esmerados. Además de su gran flexibilidad en el montaje y la preparación fotomecánica de las planchas de impresión, la utilización de un rodillo de caucho como medio impresor permite emplear papeles de muy diversa calidad.

Confección de libros
El conjunto de operaciones de encuadernación para confeccionar folletos, revistas y libros, representa un ciclo que se mecaniza progresivamente. El doblado transforma el folio u hoja en cuadernos o pliegos. Las hojas impresas pasan a las plegadoras de alta velocidad de cuchilla o de cilindro, que sucesivamente van plegando por la mitad formando cuadernos por lo general de 16 a 64 páginas.

Las máquinas de alzar colocan y ordenan los pliegos hasta formar el libro. Tienen hasta 16 estaciones. Unas pinzas toman y depositan un pliego de cada cargador en una cinta, apilándose correlativamente unos encima de otros. Las cosedoras de alambre (usadas principalmente para revistas y folletos) sujetan los pliegos con grapas, sea por el lomo (a caballo) o por la testa (a diente de perro). Las de hilo dan varias puntadas por el doblez, cosiendo unos pliegos con otros. La unión de pliegos por encolado, no requiere hilo.

El sistema «perfecto» corta el lomo de los pliegos alzados, lo lima para dejarlo rugoso y extiende una capa de adhesivo sintético flexible. Para formar el libro se añade una tapa o cubierta. La encuadernación se llama rústica si la tapa es de papel más o menos grueso, cartoné cuando es de cartón, que puede estar forrado de papel, tela, piel o combinaciones de diferentes materiales. Las tapas se hacen aparte: las de papel por impresión y las rígidas, a mano o con máquinas que recubren el cartón con tela o papel y forman el lomo.

A continuación se decoran, estampando en caliente títulos y adornos con láminas de oro. El libro, cosido o encolado, se recorta por sus tres lados y pasa a las enlomadoras que dan al lomo forma de arco y le aplican una tira de tela o papel que sobresale del mismo de 2 a 3 cm. Estos tajos ayudan a las guardas (hojas de papel fuerte impreso o jaspeado) a unir el libro con las tapas.

Las máquinas de entapar o meter en tapas aplican las mismas al libro y las de sentar aplican calor y presión para que sequen. Según el fin deseado se combinan mecánicamente estas operaciones formando un tren o cadena de encuadernación que para rústica llega a producir de 5.000 a 12.000 libros/hora.

Procesos de terminado
La mecanización de la producción de libros, revistas, periódicos y folletos incluye operaciones de plegado, corte y, eventualmente, encuadernación. Las hojas no se imprimen una a una desde hace ya mucho tiempo. Al contrario, se estampa sobre grandes pliegos o sobre papel continuo un alto número de páginas, que son luego plegadas y cortadas -mediante el uso de máquinas denominadas guillotinas- para formar cuadernillos.

Los libros y revistas exigen también procesos de grapado, cosido o encolado de los cuadernillos, y su encuadernación final. Existen máquinas específicas para cada uno de estos procesos: unas cosen con hilo y unen los cuadernillos entre sí, otras aplican grapas en el doblez central de cada cuadernillo. Un procedimiento cada vez más utilizado es el encolado, que consiste en cortar el lomo interior de los cuadernillos, limarlo para que quede rugoso y aplicar después sobre el mismo un pegamento que une las páginas entre sí.

La encuadernación de libros de tapas duras constituye un proceso separado. Las tapas se confeccionan con cartón, que luego se recubre con papel, tela o cuero, sobre los que se imprimen los títulos y ornamentos que se desee. El libro y sus tapas pasan después a máquinas que confeccionan los lomos curvos del volumen. Por último, se aplica una hoja de buen papel (las guardas) que une el libro con el interior de sus tapas.

Tipos gráficos
El diseño de los caracteres de impresión, sus diferentes tamaños, su legibilidad y sus cualidades estéticas fueron siempre una preocupación dominante en las artes gráficas, tanto en occidente como en oriente. Son, sin embargo, los alfabetos latino y griego los que, por la economía y el corto número de sus letras y signos, mejor se prestan para ilimitadas variaciones de forma. Así, mientras que los tipógrafos japoneses, por ejemplo, sólo poseen escasas variedades de caracteres, la tradición tipográfica occidental ha elaborado desde el siglo XV varios millares. Los caracteres tipográficos han de satisfacer dos cualidades básicas: su forma debe producir una impresión agradable al lector, y han de ser, además, fáciles de leer.

Según su diseño, los tipos gráficos se dividen en familias (veneciana, gótica, times, garamond, etc.), y éstas a su vez en tres modalidades básicas -romana o redonda, cursiva o itálica y negra o negrita- que se combinan también entre sí (por ejemplo, cursiva negra o cursiva seminegra).

El tamaño y las características formales de los tipos tienen gran importancia en diseño gráfico. Para la selección de uno u otro tipo, además de los criterios generales de estética y legibilidad de los textos, se tiene en cuenta la naturaleza de la obra, el lector al que ésta se dirige y otras razones de tipo económico, ya que la selección de tipos de mayor o menor tamaño -y las consiguientes decisiones sobre separación de las letras entre sí y la distancia entre renglones (interlineado)- incide de manera directa en la extensión física de la obra y en los costos.

En los equipos informáticos de edición se usan las fuentes tipográficas clásicas, aunque recreadas por la computadora de manera que puedan ser correctamente comprendidas y reproducidas en las impresoras y máquinas de fotocomposición. Para garantizar la compatibilidad entre los equipos de diseño (computadoras) e impresión se han ideado lenguajes específicos conocidos como de descripción de página, entre los cuales el más extendido es el denominado PostScript.

Edición electrónica
Un efecto adicional de la irrupción de las técnicas informáticas en el mundo de la impresión y las artes gráficas es el derivado de la posibilidad de editar y visualizar los documentos directamente en un formato electrónico. El medio de edición, en este caso, no es el papel ni ningún sustrato físico alternativo, sino el monitor de visualización de un equipo informático. En tal sentido, los textos e imágenes de los documentos no se imprimen físicamente, por lo que el único proceso que ha de completarse minuciosamente es el de la composición de sus páginas.

La edición electrónica facilita el acceso a los contenidos de los documentos en un orden no preconcebido. Los textos de los libros editados en formato digital se estructuran según un modelo de referencias cruzadas que permite el paso directo de unos temas a otros relacionados mediante la selección de palabras, frases o fragmentos de imagen concebidos en la composición como enlaces con otras secciones del documento. Esta organización recibe el nombre de hipertexto y permite al lector organizar su propio esquema de aprendizaje o lectura.

A lo largo de la década de 1990, se incrementaron de manera considerable las ventas de enciclopedias, diccionarios y otras obras en formato electrónico. Las primeras ediciones de este tipo se comercializaron en disquetes y, preferentemente, en discos ópticos denominados CD-ROM (de las siglas inglesas compact disc-read only memory, o discos compactos en memoria de sólo lectura), de manera que en un solo disco óptico, cuya grabación y lectura se realiza con procedimientos de láser, se contienen todos los tomos de una enciclopedia de numerosos volúmenes. Además del ahorro de espacio y de tiempo de preparación, los métodos de duplicación de originales electrónicos resultan más económicos que los de sus productos equivalentes en papel. Estos documentos contienen texto e imágenes estáticas, junto a elementos de animación, video y sonido digital, en un conjunto conocido como producto multimedia.

Estas ventajas se tradujeron en una rápida expansión del mercado de las enciclopedias electrónicas que, en 1995, gozaban de un nivel de distribución superior al de sus equivalentes en papel. En consecuencia, numerosas empresas editoriales crearon equipos y departamentos dedicados a la creación de productos multimedia y sistemas interactivos. En los años siguientes, las publicaciones electrónicas se comercializaron también en otros tipos de soportes, en particular discos versátiles digitales (DVD) y ediciones en línea, mediante acceso libre o por suscripción a su contenido a través de las autopistas de la información y, en particular, de los servicios de Internet.

Autor: Cambó


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