Sector Minero en la Edad Media

Sector Minero o Industria Minera en la Edad Media

Penínusla Ibérica: Sector Minero o Industria Minera en la Edad Media

Nota: Véase también la información acerca de la industria minera en los Años 90.

Durante el periodo visigótico se constata la existencia una variada minería a nivel nacional. Puede destacarse el importante empleo del hierro en la fabricación de armas y herramientas; al tratarse de un material caro, en los monasterios había monjes ferrarius encargados únicamente de cuidarlas. El hierro se explotó en esta época en numerosos lugares, como Burguillos del Cerro (provincia de Badajoz) o Dólar (provincia de Granada). El oro procedente del NO. se empleó en joyería y en las cecas, pues las monedas se acuñaban exclusivamente en este metal; destacan, entre otros, los grandes tesoros de Guarrazar (provincia de Toledo) y Torredonjimeno (provincia de Jaén).

También fue muy frecuente el uso del bronce, sobre todo en la orfebrería, que dio lugar a elementos ornamentales tales como fíbulas de puente, bocados de caballo u ornatos religiosos; se formaban celdillas soldadas sobre una chapa base, donde se embutían cristalitos y cabujones. El estaño, como apunta san Isidoro de Sevilla en sus Etimologías, provenía de Gallaecia y Lusitania; el cobre, en cambio, se extraía de numerosos lugares de la Península, tales como Colmenarejo (Comunidad de Madrid) o Sotiel Coronada (provincia de Huelva). Del mercurio, procedente de Almadén (provincia de Ciudad Real), sabemos de su aplicación en dorados y damasquinados, que se exportaron por el Mediterráneo. También se empleó el plomo, como el de Cantabria, por ejemplo, en los nielados, así como otros metales, rocas y minerales.

Los árabes desarrollaron una importante minería y aportaron sustanciales innovaciones en la metalurgia. Explotaron los siete metales clásicos y algunos otros, como el arsénico y el antimonio. El oro era obtenido en los aluviales de ríos como el Segre, el Darro y el Tajo, o por minería de interior, como en La Nava de Ricomalillo (provincia de Toledo). El mercurio se obtenía en Almadén, Obejo (provincia de Córdoba), las Alpujarras (provincia de Granada) y otros lugares; destaca, en este sentido, el invento de las ollas de destilación y los hornos sin forma, para obtener el metal calentando el cinabrio.

La plata se extraía de minas como las de Herrerías (provincia de Almería), Guadalcanal y Almadén de la Plata (provincia de Sevilla). El hierro adquirió también notable importancia y se explotó, por ejemplo, en el Cerro del Hierro (provincia de Sevilla) o en Otero de Herreros (provincia de Segovia). Se emplearon, así mismo, el zinc, con minas en Salobreña (provincia de Granada); el estaño, trabajado en Lumbrales (provincia de Salamanca); el plomo, con explotaciones en Baza y Linares (provincia de Jaén), entre otras; y el cobre, con minas tan importantes como las de Cerro Muriano (Córdoba) o Río Tinto (provincia de Huelva). Se explotaron también las minas de antimonio de Almuradiel (provincia de Ciudad Real).

Gracias a las crónicas de la época se sabe de la existencia de importantes fábricas metalúrgicas en Huesca, Málaga o en la isla de Saltes (provincia de Huelva); así mismo, por las excavaciones arqueológicas, se conoce la ubicación de factorías de menor entidad como Los Vascos (Toledo). También se practicó minería con otros minerales, tales como jacintos (Montemayor, provincia de Córdoba), variscita (Palazuelos, provincia de Zamora), ágatas (cabo de Gata, provincia de Almería), lapislázuli (Lorca, región de Murcia), berilo (Cabra, provincia de Córdoba), yeso (Algezares, región de Murcia), sal de Cora (provincia de Zaragoza) o sal común (Ciempozuelos, Comunidad de Madrid).

En el Lapidario de Alfonso X el Sabio (1252-1284) es posible repasar la minería de la época; sus láminas muestran el carácter artesanal de las explotaciones: casi nunca se pasaba de los 100 m de profundidad, pese a que en Almadén se llegó a las 200 varas; en general, se trataba de explotaciones que carecían de entibación y que presentaban estrechas galerías; en el arranque se empleaban mazos, picos, punterolas y palancas; el transporte del mineral se realizaba mediante cestos y capazos; se utilizaban candiles para la iluminación, y norias de atanores o canjilones en el desagüe.

Pero en esta época cabe destacar, sobre todo, el incremento de los conocimientos químicos (alquimia), gracias a los intercambios con Oriente. Se obtuvieron sales mercuriales, sulfatos de hierro y cobre, amoniaco, nitrato de plata, sosa, potasa, etc. En España sobresale la figura de Maimónides; en el campo cristiano, pueden mencionarse las de Alfonso X, Ramon Llull y Arnau de Vilanova.

En los siglos XIII-XIV, las ferrerías del País Vasco y Cantabria estaban instaladas en las zonas aireadas de lo alto de las montañas y recibían el nombre de masuqueras. Estas factorías, que ya funcionaban en Europa desde siglos antes, se caracterizaban por la aireación natural y por el posterior martilleado manual. Su existencia se conoce, por ejemplo, por el Fuero de Ferrerías de Segura (Guipúzcoa, 1290). En el siglo XIV aparecieron en el norte las ruedas hidráulicas, como puede comprobarse en el Fuero de las Ferrerías de Oiartzun (1328). Por otra parte, se incorporó el árbol de levas, inventado en los siglos IX-X, que, instalado en las ferrerías hidráulicas o zerraolas, movía sincrónicamente los fuelles y el martillo pilón, lo cual hizo más cómodo el trabajo de los ferronés u olaguizones; más tarde, en el siglo XVI, los catalanes sustituyeron en las llamadas fargas los fuelles por las trompas de agua.

En la Edad Media se obtuvo también el primer hierro fundido o colado, obtenido en pequeños hornos de cuba, mediante el empleo de carbón como combustible, soplado para incrementar la temperatura. Este hierro carburado era oxidado a hierro dulce en las fraguas. Otro aspecto destacado de la época medieval es que las minas y salinas pasaron a ser propiedad estatal, lo que garantizó, a través de un sistema de concesiones, la obtención de recursos para la Administración. En las Partidas del rey Alfonso X se observa cómo, entre las atribuciones del rey, además de convocar a la guerra, cobrar impuestos y acuñar moneda, está la de posesión de las minas. En siglos posteriores, las Cortes abundarían en este mismo sentido.

Fuente: [O.P.R.]


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  1. […] Nota: Véase también la información acerca de la industria minera en los Años 90 y del sector minero en la edad media. […]

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